El alcohol ha sido catalogado como uno de los mayores villanos en el desarrollo de cánceres, según el Cancer FactFinder, vinculado a la Escuela de Salud Pública de Harvard. El consenso internacional de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) clasifica el alcohol como carcinógeno del Grupo 1, es decir, que se ha demostrado que causa cáncer en humanos.

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El gran peligro del alcohol reside en su proceso de metabolización. Una vez ingerido, el hígado lo convierte en acetaldehído, un compuesto químico altamente tóxico y cancerígeno. El acetaldehído provoca graves daños en el ADN de las células, comprometiendo su capacidad de reparación y permitiendo el desarrollo de células cancerosas. Además, esta metabolización genera radicales libres, moléculas inestables que también dañan las células sanas del organismo, un proceso denominado estrés oxidativo. Con el tiempo, este proceso puede favorecer mutaciones en el ADN que conducen a la formación de tumores.

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Otro factor preocupante es el impacto hormonal del consumo excesivo de alcohol. Puede estimularse el aumento de los niveles de estrógenos, una hormona relacionada con el cáncer de mama, creando un entorno favorable al crecimiento de células malignas en el tejido mamario.

Tipos de cáncer asociados al consumo de alcohol

Varios tipos de cáncer están directamente relacionados con el consumo de alcohol, especialmente en dosis moderadas o altas. Entre ellos se incluyen:

  • Cánceres de cabeza y cuello: El consumo moderado de alcohol ya aumenta casi dos veces el riesgo de cáncer de cavidad oral y faringe. El consumo excesivo de alcohol aumenta el riesgo de cáncer de laringe hasta 2,6 veces y el de cáncer de cavidad oral hasta cinco veces en comparación con los no bebedores.
  • Cáncer de esófago: la exposición continuada al alcohol es uno de los principales factores del cáncer de esófago, con un riesgo que puede ser hasta cinco veces mayor en los bebedores empedernidos. Esto se debe a que el alcohol ataca el revestimiento del esófago, dejándolo vulnerable a daños y mutaciones celulares.
  • Cáncer de hígado: los bebedores empedernidos tienen el doble de probabilidades de desarrollar dos tipos diferentes de cáncer de hígado, en gran parte debido a la acumulación de daños en el hígado, que es el principal órgano responsable de metabolizar el alcohol.
  • Cáncer de mama: Para las mujeres, el consumo frecuente de alcohol puede representar un aumento significativo del riesgo de padecer cáncer de mama. Los estudios apuntan a un riesgo 1,23 veces mayor para los bebedores moderados y hasta 1,6 veces mayor para los bebedores empedernidos, ya que el exceso de estrógenos favorece el crecimiento de las células cancerosas.
  • Cáncer colorrectal: El consumo habitual de alcohol aumenta hasta 1,5 veces el riesgo de cáncer colorrectal, ya que provoca inflamación y daños en el revestimiento del intestino. Este impacto continuo puede ser el desencadenante de cambios celulares que conduzcan a la formación de tumores.

Ante estas evidencias científicas, la advertencia es clara: aunque el consumo moderado de alcohol pueda parecer inofensivo, sus riesgos a largo plazo pueden ser devastadores. La concienciación sobre los peligros que esta sustancia supone para la salud pública es crucial, ya que el cáncer podría evitarse en la mayoría de los casos con simples cambios de hábitos.