Un niño de apenas 13 años tenía guardado en casa un diente de dinosaurio de más de 120 millones de años, y se convirtió en objeto de estudios científicos por este curioso hecho.

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Benjamin Ingel estaba jugando en la arena de una playa de la laguna de Knysna, en Sudáfrica, mirando las rocas, cuando encontró una roca ‘diferente’. Según el niño, cuando cogió la roca con la mano, pronto se deshizo, revelando un objeto de color oscuro con una forma bastante peculiar.

El contorno de la figura se parecía a un diente. La madre del niño, por su parte, llegó a la conclusión de que el objeto debía de tratarse simplemente de un trozo de plástico poco común, debido a su aspecto aceitoso. A pesar de su opinión, decidió guardarlo en el armario hasta que su abuelo le ayudó con el descubrimiento.

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El anciano se puso en contacto con dos amigos geólogos, que avisaron al paleontólogo Robert Gess, del Museo Albany de Grahamstown, quien invitó al chico al lugar para examinar el objeto, y se descubrió que el ‘trozo de plástico’ era en realidad el colmillo de un Allosaurus, uno de los dinosaurios más grandes del período Jurásico. El espécimen es el único hallazgo paleontológico documentado en la región sudafricana de Knysna.