Thais Maruoka, de Campinas, en el interior de São Paulo (Brasil), compartió en las redes sociales su opinión sobre la educación de los hijos, defendiendo las decisiones basadas en el respeto a los deseos individuales. En un vídeo publicado en Instagram, relató cómo autorizó a su hija a raparse la mitad del pelo y permitió que su hijo de 5 años se hiciera un piercing en la oreja. El post generó gran repercusión, con elogios y críticas.

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“Dejar que nuestros hijos se expresen y manifiesten sus deseos y emociones forma parte de un desarrollo sano y respetuoso. Tenemos que controlarlos menos. Elegir cuándo es realmente importante decir no. Tenemos que ser un margen que les guíe en este proceso de crecimiento. Y no barreras”, escribió Thais en el pie de foto del vídeo.

En una entrevista con la revista Crescer, Thais afirmó que, a pesar de las críticas, mantiene la conciencia tranquila. “De hecho, son más las personas que se ponen en contacto conmigo y siguen mis contenidos para abrir sus ojos y sus mentes a una educación diferente que las que me critican por ello”, explicó.

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Thais sostiene que los juicios sobre las decisiones de las madres son constantes, independientemente del contexto. “Si trabajas y dejas a tu hijo en casa, estás ‘abandonando a tu hijo’. Pero si lo abandonas todo para vivir la maternidad, has dejado de cuidarte y de vivir. Si has tenido un parto normal, has arriesgado tu vida y la de tu bebé. Si tuviste una cesárea, tuviste miedo. Siempre habrá gente que juzgue”.

En cuanto a las críticas que recibió por perforar la oreja de su hijo, Thais cuestionó la contradicción de las prácticas culturales. “¿Por qué va a ser temprano si, cuando nace la niña, le perforan la oreja enseguida, sin que ella lo haya elegido? Someten al recién nacido al dolor simplemente porque los padres lo quieren. Y los mismos que hacen esto son los que hablan mal de nosotros por dejar que nuestro hijo de cinco años se perforara las orejas porque quería. ¿Comprenden la hipocresía?”, dijo.

Thais terminó subrayando que su objetivo es educar a sus hijos sobre la base del diálogo y el respeto a la individualidad, sin preocuparse por las críticas. “Estar en el lado opuesto de esa gente que vomita odio en Internet porque no puede convivir con el ‘diferente’ es motivo de orgullo, no de vergüenza”, concluyó.