Una fotografía del siglo XIX que muestra a dos hombres posando sobre una enorme pila de cráneos de bisonte esconde una narrativa que va más allá de la destrucción medioambiental. Según los historiadores, la imagen representa una táctica deliberada de la expansión colonial: erradicar el bisonte para privar a los pueblos indígenas de su principal recurso de subsistencia.
El bisonte, fundamental para las culturas nómadas indígenas, proporcionaba carne, pieles y huesos para herramientas. Su eliminación formaba parte de una campaña estratégica para desplazar y someter a estas comunidades, obligándolas a vivir en reservas bajo el control del gobierno estadounidense.
Los expertos señalan que la matanza masiva de bisontes no se debió únicamente a una caza desenfrenada. “Esta destrucción formaba parte de la conquista del Oeste y de la imposición de la lógica colonial”, afirma Bethany Hughes, investigadora de la Nación Choctaw.
El ferrocarril transcontinental y avances tecnológicos como los rifles modernos facilitaron la caza de millones de animales. Sin embargo, según relatos históricos, los oficiales del ejército fomentaban la matanza para debilitar a las tribus. “Cada bisonte matado era un indígena menos”, se dice que dijo un oficial.
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La drástica reducción de la población de bisontes, estimada entre 30 y 60 millones a principios del siglo XIX, tuvo repercusiones profundas y duraderas en las comunidades indígenas. Las investigaciones demuestran que la pérdida de dependencia del bisonte se tradujo en una mayor mortalidad infantil y un descenso de la renta per cápita de estas naciones, en comparación con las que no dependían del animal.
Aunque la especie nunca se ha recuperado del todo, esfuerzos recientes tratan de reintroducir el bisonte en las praderas norteamericanas. Iniciativas gubernamentales y tribales están devolviendo pequeñas manadas a tierras ancestrales, reconociendo la importancia del bisonte para el ecosistema y la historia indígena.
Para Hughes, la fotografía, además de ser un registro histórico, simboliza el impacto del colonialismo y el capitalismo sobre el medio ambiente y las poblaciones indígenas. “Esta imagen nos recuerda que el consumo desenfrenado sigue influyendo negativamente en nuestro mundo”, adviertió.