Los habitantes de El Alto (Bolivia) se enfrentan a una situación de riesgo extremo. Cientos de casas están situadas al borde de un escarpado acantilado y se las denomina «casas suicidas». El riesgo de desprendimientos es constante, pero esto no asusta a los residentes. Muchos, como los yatiris, que son chamanes locales, y los comerciantes, se niegan a abandonar sus casas. Creen que las ofrendas pueden proteger sus hogares.

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Los corrimientos de tierra son una preocupación creciente, sobre todo después de que las fuertes lluvias hayan causado daños en la región. Sin embargo, lo que más preocupa a las autoridades es la erosión del acantilado, que podría provocar una tragedia en cualquier momento.

El gobierno ya ha intentado convencer a los residentes de que se trasladen y ha amenazado con usar la fuerza si es necesario. Pero para los habitantes, marcharse no es una opción. “El acantilado en este valle está a 90 grados, y los cimientos de las chozas ya son visibles”, dijo a la BBC Gabriel Pari, secretario municipal de Agua, Saneamiento, Gestión Ambiental y Riesgos de la Alcaldía de El Alto.

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“Por eso les notificamos en marzo y ahora les vamos a notificar de nuevo. Queremos que se vayan de este lugar, y si se niegan, tendremos que usar la fuerza pública”, dijo.

Los residentes creen que las ofrendas pueden evitar la tragedia

Los yatiris creen que la Pachamama, la diosa de la tierra, puede proteger sus hogares. Hacen ofrendas, rituales con comida y otros símbolos de pago.

“Podemos hacer una ceremonia de ofrenda, la hacemos como un pago y así la tierra nunca se moverá porque la Pachamama necesita una ofrenda. Es como dar comida y así el lugar no se moverá. Al contrario, se estabilizará”, explicó Gabriel López Chiva, chamán aymara.

Incluso ante el peligro inminente, se mantienen firmes. Para ellos, es una cuestión de fe y supervivencia.