El dueño de Facebook ha alineado su discurso con el trumpismo y la ultraderecha internacional al asociar la verificación con la censura. Mark Zuckerberg ha afirmado hoy que se «deshará» de los fact-checkers -periodistas dedicados a combatir la desinformación- inicialmente en Estados Unidos, ya que tendrían un sesgo político. En la práctica, el anuncio supone el fin de 3PFC, el programa de la compañía Meta que paga a medios de comunicación de todo el mundo a cambio de su trabajo de vigilancia y comprobación de contenidos sospechosos que circulan por Facebook, Instagram y Threads.
El fact-checking no es censura: es una actividad periodística que añade contexto y explica por qué ciertas afirmaciones son falsas o parcialmente falsas. No son los fact-checkers quienes deciden si un post concreto, clasificado como falso, debe ser «censurado» – es el propio Facebook. ¿Y existe tal censura? Zuckerberg no mencionó el hecho de que no se elimina ningún post de sus plataformas cuando se califica de falso: simplemente se etiqueta y se reduce su difusión.
Durante años, los fact-checkers han sido objeto de ataques y presiones por parte de grupos con motivaciones políticas, de todos los espectros, pero sobre todo de la extrema derecha. En Estados Unidos, el servicio de fact-checking de The Washington Post registró nada menos que 30.574 declaraciones falsas o engañosas de Donald Trump en sus primeros cuatro años de mandato. Con campañas de desinformación, la extrema derecha moviliza a sus bases y socava la credibilidad de adversarios e instituciones. Los periodistas que intentan poner de relieve lo que es real y lo que es falso son, obviamente, el blanco de sus ataques.
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Este panorama ya era preocupante para el periodismo y la propia democracia. El abismo se hace cada vez más profundo cuando el controlador de algunas de las plataformas de comunicación más poderosas del planeta tira de la manta bajo los profesionales a los que antes decía apoyar.
El 7 de enero sigue apareciendo el siguiente texto en el blog de Meta: “Sabemos que el programa (de asociación con verificadores de hechos) está funcionando y que la gente valora las advertencias que aplicamos a los contenidos después de que un socio verificador de hechos los haya calificado. Entrevistamos a las personas que vieron estas advertencias en la plataforma y descubrimos que el 74% de ellas pensaban que habían visto la cantidad adecuada o estaban dispuestas a ver más advertencias sobre información falsa. De este total, el 63% juzgó correctas las calificaciones”.
En su vídeo, Zuckerberg afirmaba que los fact-checkers cometen «demasiados errores» y que esto afecta a la libertad de expresión de los usuarios de su plataforma. Como bien ha señalado la organización EFCSN, que agrupa a los fact-checkers en Europa, esta afirmación es falsa. De abril a septiembre de 2024, Facebook etiquetó casi 19 millones de publicaciones en Europa como desinformación. Esto generó alrededor de 173.000 quejas de los usuarios. Y solo se eliminaron 5.440. En otras palabras, sólo el 3% de las quejas resultaron ser erróneas.
El dueño de Facebook no fue nada sutil a la hora de ceder ante el trumpismo. Anunció que los equipos de moderación de contenidos, actualmente basados en California, pasarán a estar formados por equipos de Texas. La diferencia básica entre ambos estados es que uno vota a los demócratas y el otro a los republicanos.