La guerra en Ucrania ha tomado un giro sorprendente con la aparición de soldados norcoreanos en el campo de batalla. Durante un reciente enfrentamiento en la nevada región de Kursk, al oeste de Rusia, las fuerzas ucranianas se toparon con una escena que parece sacada de una película: más de una docena de soldados norcoreanos muertos y uno que, al verse acorralado, decidió inmolarse con una granada antes de ser capturado.
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Inicialmente, tanto Moscú como Pyongyang descartaron como «noticias falsas» los informes sobre el envío de tropas norcoreanas. Sin embargo, la situación dio un giro cuando el propio Vladimir Putin, en octubre, no negó la presencia de soldados norcoreanos en Rusia. Más aún, un funcionario norcoreano llegó a afirmar que cualquier despliegue de tropas sería legal.
De acuerdo con evaluaciones ucranianas y occidentales, Pyongyang ha desplegado aproximadamente 11,000 soldados para apoyar a las fuerzas rusas en Kursk, una región que Ucrania tomó en una incursión sorpresa el año pasado. El costo humano ha sido significativo: más de 3,000 personas han resultado muertas o heridas, según Kiev.
«A estos soldados les han lavado el cerebro y están realmente dispuestos a sacrificarse por Kim Jong Un», explica Kim, un desertor norcoreano de 32 años que trabajó para el ejército norcoreano en Rusia durante siete años hasta 2021, principalmente en proyectos de construcción para generar divisas para el régimen.
Un detalle preocupante surge de los informes de inteligencia surcoreanos: estos soldados parecen no estar preparados para la guerra moderna, especialmente contra amenazas como los drones. Según un parlamentario surcoreano informado por la agencia de espionaje del país, existe la posibilidad de que Rusia los esté utilizando como «carne de cañón».
Esta semana, Ucrania capturó a dos soldados norcoreanos, revelando destinos divergentes: uno expresó su deseo de quedarse en Ucrania, mientras que el otro pidió regresar a su país. Ante esto, el presidente Zelenskiy ha propuesto un intercambio: devolver a los soldados norcoreanos capturados a cambio de prisioneros ucranianos en Rusia.
Para muchos de estos soldados, sin embargo, la captura no es una opción. Como explica el desertor Kim: «ser prisionero de guerra equivale a traición. En el ejército, hablamos de guardar una última bala». Esta mentalidad, junto con la preocupación por las represalias contra sus familias, lleva a muchos a preferir el suicidio antes que la captura.
Esta participación marca la primera intervención significativa de Corea del Norte en un conflicto extranjero desde la Guerra de Corea, exceptuando pequeños contingentes enviados a Vietnam y Siria. Estados Unidos ya ha advertido que esta experiencia en combate podría hacer que el ejército norcoreano sea «más capaz de librar una guerra contra sus vecinos» en el futuro.