Los 12 apóstoles de Jesús se enfrentaron a la persecución y el martirio, marcando sus vidas como ejemplos de fe inquebrantable. Por ejemplo, Pedro lideró la Iglesia primitiva y eligió ser crucificado cabeza abajo en Roma, creyéndose indigno de morir como Jesús. Andrés, su hermano, también se enfrentó a la crucifixión, atado a una cruz en forma de X en Grecia. Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo, fue decapitado por orden del rey Herodes Agripa, convirtiéndose en el primer apóstol mártir.
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Juan, el único que murió de viejo, fue desterrado a la isla de Patmos tras sobrevivir a la persecución. No existe un relato exacto de la muerte del apóstol Felipe, pero se cree que fue crucificado en Gerápolis. Además, Bartolomé, también llamado Natanael, predicó en Armenia y se enfrentó a la tortura de ser desollado vivo antes de ser decapitado. Del mismo modo, Tomás, el apóstol que tocó las heridas de Jesús, viajó a la India, donde los soldados lo mataron con lanzas.
Mateo también proclamó el Evangelio en Etiopía y sufrió martirio, aunque las circunstancias exactas de su muerte no están claras. Asimismo, Santiago el Menor predicó incansablemente y murió apedreado y apaleado. Simón el Zelote proclamó su fe en Persia, donde fue crucificado o aserrado por la mitad.
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Además, Judas Tadeo llevó el mensaje de Jesús a Mesopotamia y murió bajo los golpes de palos o hachas. Por último, Judas Iscariote, conocido por su traición, se quitó la vida en un acto de desesperación.
Cabe señalar que existen diversas teorías y relatos sobre la muerte de los 12 apóstoles de Jesús, pero muchos de ellos no tienen confirmación histórica. Por ello, sólo presentamos las versiones más aceptadas.