En 1939, en el estado de Ohio, en Estados Unidos, el nacimiento de dos bebés idénticos, ambos llamados Jim por sus respectivas familias adoptivas, marcó el inicio de una saga que desafiaría las probabilidades más básicas de la vida. Según informaciones del portal Aventura na História, de Uol, separados en la infancia y criados por familias diferentes – los Springers y los Lewises – los dos siguieron caminos que parecían escritos en un guión.
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Años más tarde, en 1977, Jim Lewis decidió buscar a su hermano. Tras obtener los datos de contacto del gemelo a través de un juzgado, ambos se encontraron por fin. La primera impresión fue sorprendente: ambos medían 1,80 metros, pesaban 82 kilos y compartían sonrisas asimétricas, pero las similitudes físicas fueron sólo el principio de una serie de coincidencias.
Los dos Jims no sólo compartían nombre y aspecto, sino que descubrieron que habían seguido carreras paralelas. Ambos tenían talleres de carpintería, situados en sus garajes. Sus esposas se llamaban igual, Betty, y curiosamente, sus exesposas también se llamaban Linda, aunque estos matrimonios no tuvieron una larga duración.
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Los paralelismos no se limitaban a sus vidas profesionales y personales. Ambos tenían hábitos similares, como fumar los mismos cigarrillos y disfrutar de la misma marca de cerveza. Sus uñas mordidas hasta la mazorca y su gusto por la carpintería doméstica eran una prueba más de una conexión casi sobrenatural entre ambos.
La historia de los gemelos Jim Springer y Jim Lewis atrajo la atención de los medios de comunicación y acabó llegando a oídos del doctor Thomas Bouchard, psicólogo interesado en la influencia del código genético en las trayectorias vitales humanas. El posterior estudio del profesional, que investigó varias parejas de gemelos idénticos a lo largo de dos décadas, planteó cuestiones sobre la herencia y la naturaleza de la identidad personal.
Los críticos plantearon dudas sobre la veracidad de las similitudes entre los dos Jim, pero Nancy Segal, una de las colaboradoras de Bouchard, afirmó que la historia de los gemelos era indiscutible. Según ella, tras conocerlos en persona, la impresión era que sus historias eran auténticas y sus similitudes reales.