El presente es tan acelerado que todo lo del pasado suena un poco lento. Hago lo posible por resistirme, pero la verdad es que las películas antiguas me parecen muy lentas y los libros clásicos un aburrimiento total. Afortunadamente, tenemos placas tectónicas, por muy fuera de lugar que parezca la comparación.

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Sí, no es emocionante a primera vista, pero ninguna rama del conocimiento puede convertir cambios tan enormes en cosas tan pequeñas e imperceptibles. Ninguna rama del conocimiento puede ayudarnos a darnos cuenta de lo insignificantes que somos.

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Hace mucho, mucho, mucho tiempo, concretamente, fue hace ochocientos millones de años cuando Nuna reunió toda la tierra no sumergida en un único continente. Luego se separó, y durante setecientos millones de años los distintos continentes fueron independientes hasta que se unieron en Rodinia.

Esto no es nada nuevo: el ir y venir de supercontinentes ha sido una constante en la historia de la Tierra. El último y más famoso, hace 300 millones de años, fue Pangea y una de las cosas más divertidas del mundo es ver cómo se desintegra, sobre todo en este vídeo.

En él, el equipo de investigadores de la Universidad de Sídney estudió (y proyectó) los datos sísmicos de los últimos cientos de millones de años para mostrarnos cómo, dónde y a qué velocidad los continentes actuales empezaron a tener el aspecto que tienen.

Hay muchas cosas curiosas: en contra de la idea general, es posible darse cuenta de que los continentes no se mueven a la misma velocidad. Al contrario. A veces la corteza se mueve muy despacio y a veces muy deprisa. En la división Pangea, como explicó Dietmar Muller, la corteza se movía unos 20 milímetros al año. En otras palabras, la misma velocidad a la que crecen las uñas de los pies.

La gran pregunta es: ¿cuándo volverá a ocurrir? Y la respuesta, para ser sinceros, no es sencilla. Como no sabemos exactamente cómo funcionan las placas tectónicas, hay muchos modelos que intentan predecir el futuro de la corteza terrestre. Tenemos ‘Novopangea’, que sugiere que todos los continentes acabarán encontrándose en torno al actual Pacífico; tenemos ‘Aurica’, con la India en el centro de la placa. Pero, sobre todo, tenemos Pangea Última.

¿Y qué ocurriría? Según este modelo, sólo Nueva Zelanda y Escocia permanecerán como territorios aislados. El resto de países se fusionarán en una enorme masa de tierra. América estará cerca de África y Europa al norte de la masa terrestre. España, por su parte, seguirá compartiendo fronteras con Portugal, Marruecos y Francia, pero Túnez, Argelia e Italia se unirán a la ecuación. No muy diferente de la última Pangea, en realidad.