Lo que hace su historia aún más especial es el hecho de que su padre, Jad Issa, de 45 años, tiene síndrome de Down. Sader Issa, de 23 años, es cirujano dental y está viviendo lo que él considera un verdadero milagro. Es el único hijo de Samira y Jad y vive con sus padres en Al Bayda, un pueblo del noroeste de Siria. Este detalle convierte a Sader en uno de los raros casos documentados de niños nacidos de hombres con esta condición, ya que aproximadamente el 80% de los hombres con síndrome de Down son estériles.

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Sader afirma que fue en el colegio donde empezó a comprender lo que le hacía único: “Fue allí donde empecé a entender mejor la condición de mi padre”, explica a El Mundo. A pesar de las dificultades, está muy orgulloso de su familia. Describe a sus padres como personas encantadoras y trabajadoras que siempre se desvivieron para que tuviera todo lo que necesitaba.

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Desde el nacimiento de Sader, la responsabilidad de su crianza se ha repartido entre su madre, Samira, y su padre, Jad. A pesar de sus limitaciones, Jad trabajó como molinero durante 25 años e invirtió todo su dinero en la educación de su hijo. Como resultado, Sader se graduó en la Universidad de Hama, a unos 50 kilómetros de su ciudad natal.

Hoy, Sader ha hecho realidad el sueño de su padre y reconoce los esfuerzos que hizo. “Mi padre está muy orgulloso de saber que me he licenciado en medicina”, concluye Sader, demostrando que todos los esfuerzos de su familia han merecido la pena.