Mayara Araújo, creadora de contenidos de São Paulo (Brasil), compartió su historia al descubrir que nació con una rara enfermedad llamada síndrome de Morris, también conocido como síndrome de insensibilidad a los andrógenos. A los 13 años, durante una ecografía abdominal, el médico observó que la joven no tenía útero, lo que llevó a la confirmación de que, genéticamente, es un hombre, a pesar de su apariencia femenina.
El descubrimiento no fue una completa sorpresa para ella y su familia. Otras cuatro mujeres de su familia, entre ellas una prima y tres tías, también nacieron con esta enfermedad. “Siempre que nace una niña en la familia, sospechamos que puede tener el síndrome de Morris”, explicó Mayara a Marie Claire.
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El síndrome de Morris es una enfermedad que afecta a individuos con un par de cromosomas XY, típicos del sexo masculino, pero que, debido a una mutación en el gen AR, su organismo no responde a hormonas andrógenas como la testosterona. Esto impide el desarrollo de los caracteres sexuales masculinos. “Tengo genitales y pechos femeninos, pero nací sin útero y con testículos en lugar de ovarios”, agregó Mayara en una entrevista a Marie Claire.
La joven se sometió a una operación para extirparle los testículos a los 14 años y desde entonces sigue una terapia hormonal sustitutiva. La recuperación, sin embargo, ha traído retos. Mayara engordó más de 40 kilos tras la operación, pero ahora celebra sus logros: “Todavía estoy luchando, pero ya he conseguido salir de los tres dígitos”, reveló.
Otro reto al que se enfrentó Mayara fue la osteoporosis, que apareció precozmente a los 16 años, una complicación habitual tras la extirpación testicular y la privación de hormonas. Para hacerle frente, mantiene una dieta rica en calcio y hace ejercicio con regularidad.
El aspecto emocional también ha tenido un gran impacto en su vida. Cuenta que, de adolescente, fingía tener la regla para sentirse igual que las demás chicas. “Me sentía muy diferente a las demás, un bicho raro”, dijo. Darse cuenta de que nunca podría quedarse embarazada fue otro obstáculo emocional. “Soñaba con ser madre. Pero con el tiempo descubrí que no necesitaba tener un hijo para quererlo. Si algún día vuelve el deseo de ser madre, intentaré adoptar”, añadió.
El diagnóstico del síndrome de Morris se hace clínicamente, basándose en las características del paciente, y se confirma mediante una prueba de cariotipo, que revela la presencia de cromosomas XY. Según los expertos, el tratamiento se centra en controlar los síntomas, ya que no hay forma de corregir la función de los receptores hormonales.
A pesar de las dificultades, Mayara está en paz con su enfermedad. “Me acepto muy bien. Incluso creo que tengo el privilegio de no tener que pasar por las molestias de la menstruación y los calambres”, concluyó, demostrando que la aceptación es la clave para vivir bien con su enfermedad.