A Giovanna Rossetti se le diagnosticó el síndrome de la piel roja, una enfermedad rara asociada al uso prolongado de corticoides tópicos, tras años de tratamiento por dermatitis atópica. Desde la infancia, la mujer había utilizado pomadas de corticoides, que al principio parecían eficaces, pero que le provocaron el síndrome cuando dejó de usar la medicación.

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En una entrevista con Marie Claire, Rossetti reveló que, aunque le habían recetado dexametasona de forma continuada desde la infancia, nunca le advirtieron de los efectos secundarios. “En agosto de 2023, mis ojos amanecieron hinchados y la piel que los rodeaba seca», recordó. La situación empeoró tras nuevos tratamientos con corticoides, lo que provocó graves heridas en la piel y una búsqueda desesperada de especialistas.

«Empecé la saga de buscar especialistas de la piel. Les dije que lo que me pasaba era un efecto secundario de los corticoides. Pero nadie me hizo caso», lamentó Rossetti. Descubrió el nombre del síndrome y un tratamiento en Tailandia a través de un grupo de apoyo en Internet.

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En busca de alivio, Rossetti inició una recaudación de fondos para pagar el tratamiento en Tailandia, que incluye sesiones semanales con una máquina llamada Plasma Frío Atmosférico. «El coste total del tratamiento ronda los 188.000 reales (unos 30800 euros), incluidos los billetes de avión, el alojamiento, las sesiones con la máquina y otros gastos», explicó.

Hoy, la mujer comparte el devastador impacto del síndrome en su vida: «Es un síndrome que te quita la motivación para existir. Ya le he dicho a mi marido que le he pedido muchas veces a Dios que me lleve. No puedo seguir viviendo así». La enfermedad ha afectado a su vida personal y profesional, impidiéndole trabajar y relacionarse normalmente con su hija.

El dolor físico y el impacto psicológico son profundos. «Las heridas me han robado la vida. Ducharme es una tortura. Me quema la piel al contacto con el agua. No puedo cocinar porque el calor de la cocina me quema, y no puedo jugar con mi hija al sol», dice. También se enfrenta a un reto psicológico, luchando por mantener su autoestima y su salud mental. «Llevo meses en crisis y no salgo de casa. Aunque estoy en terapia, es todo un reto mental», concluyó.