Sierra Nevada Corporation (SNC), dirigida por la multimillonaria Eren Ozmen, acaba de imponerse al gigante Boeing en uno de los contenciosos más importantes de la industria aeroespacial: el contrato de 13.000 millones de dólares para construir los nuevos aviones de defensa nuclear de Estados Unidos, conocidos como los ‘aviones del juicio final’. 

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Estas aeronaves, utilizadas en situaciones catastróficas como guerras nucleares o choques con asteroides, son esenciales para mantener operativos a los líderes militares y políticos estadounidenses en caso de ataques devastadores.

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La obtención de este contrato representa un hito importante para la empresa, que hasta entonces había operado como intermediaria en el sector aeroespacial, registrando unos ingresos de 2.000 millones de dólares el año anterior, muy lejos de los gigantes del sector como Lockheed Martin y Northrop Grumman. 

Boeing, considerada la favorita por ser responsable de los actuales modelos de avión E-4B diseñados en los años 70, fue derrotada por la innovadora propuesta de SNC. Mientras la empresa se resistía a innovar y cumplir los estrictos requisitos de la Fuerza Aérea estadounidense, SNC aceptó mayores retos, entre ellos fijar parte del precio del contrato, lo que significa que la empresa tendrá que asumir cualquier coste adicional en la producción. 

Eren Ozmen, junto con su marido Fatih Ozmen, transformó Sierra Nevada en el mayor contratista de defensa de Estados Unidos propiedad de una mujer. La pareja, nacida en Turquía, empezó su carrera modestamente, con Eren limpiando las propias oficinas de SNC mientras estudiaba. 

Años más tarde, ambos compraron la empresa y la convirtieron en una potencia innovadora. SNC tiene ahora experiencia en la integración de nuevas tecnologías en aeronaves ya existentes y está detrás de la creación de Sierra Space, la filial responsable del desarrollo de proyectos espaciales como el Dream Chaser, un avión espacial que se lanzará el año que viene.

El contrato de los ‘aviones del fin del mundo’ impone una serie de retos técnicos y de gestión, ya que estos aviones deben ser extremadamente resistentes, capaces de soportar incluso los impulsos electromagnéticos de los ataques nucleares. La empresa debe entregar la nueva generación de estos aviones antes de 2036, lo que aumenta aún más la responsabilidad de la empresa. 

Aunque Boeing posee los datos de diseño de los modelos originales, SNC planea crear un ‘gemelo digital’ del avión, utilizando tecnología de escaneado para evitar depender de su rival.

Además de suponer el mayor contrato de la historia, este proyecto podría abrir la puerta a otras grandes oportunidades, como la versión naval de los aviones ‘Doomsday’, que pronto saldrá a concurso, y proyectos para desarrollar aviones espía de largo alcance para el Ejército.