El 23 de noviembre de 1996, unos secuestradores tomaron el control de un Boeing 767 de Ethiopian Airlines. El avión había despegado de Addis Abeba con destino a Nairobi, con 175 personas a bordo. Tres hombres armados exigieron al piloto que redirigiera el vuelo a Australia, lo que hizo que la situación se volviera crítica.

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Durante el secuestro, el avión se quedó sin combustible. Además, los secuestradores intentaron forzar el control del vuelo, poniendo a todos en peligro. Ante esta situación, el piloto decidió realizar un aterrizaje forzoso en el mar. Desgraciadamente, la falta de combustible hizo que el avión se estrellara.

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Como consecuencia del trágico accidente murieron 125 personas, mientras que sólo 50 sobrevivieron. Este suceso conmocionó al mundo y puso de relieve los problemas de seguridad en el transporte aéreo. El secuestro del Ethiopian Airlines 961 se ha convertido en uno de los episodios más infames de la aviación.

Tras la tragedia, las autoridades introdujeron importantes cambios en las medidas de seguridad. En última instancia, las lecciones aprendidas siguen siendo pertinentes hoy en día, cuando las autoridades de las aerolíneas trabajan para garantizar la seguridad de los pasajeros.