Thalita Teixeira Padilla, de 32 años, fue alcanzada por un rayo en Boston mientras paseaba a su perro el 9 de septiembre de 2023. El incidente tuvo lugar en la playa de Savin Hill, y la enfermera fue hospitalizada inmediatamente y pasó un año en tratamiento. Tras recibir el impacto en el pecho, sufrió una parada cardiaca y estuvo 15 minutos sin oxígeno. En una entrevista concedida a People, la mujer contó cómo había cambiado su vida, desde la pérdida de movilidad hasta la esperanza de reanudar su carrera.

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Según Thalita, una mañana decidió ir a la playa más cercana con su pastor alemán. El día había amanecido soleado, pero pronto empezó a cambiar. Fue entonces cuando sobrevino la tragedia. “Mientras caminábamos, una mujer me paró para elogiar a mi perro. Después no recuerdo nada más. Pero lo que ocurrió fue que me alcanzó un rayo en el pecho, tuve una parada cardiaca, caí al cemento y me quedé sin oxígeno. El rayo me quemó el pecho y la médula espinal desde dentro hacia fuera, dejándome una lesión medular, algo que no descubrí hasta tres meses después del incidente. El rayo salió entonces de mi pierna derecha, de mi rodilla y de mi pie. Y sufrí muchos daños en los nervios”, explicó.

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Thalita fue trasladada al Centro Médico de Boston, donde permaneció intubada y sin poder hablar durante tres semanas. Sus lesiones eran graves, y pasó meses reaprendiendo funciones sencillas como levantar los brazos e incluso enviar mensajes de texto.  “Mi proceso fue largo. Ni siquiera podía arreglarme el pelo. Era muy testaruda, así que no quería ayuda mientras volvía a aprender a ducharme, cepillarme los dientes, etc. También tuve una traqueotomía. También tenía una traqueotomía, así que tardé uno o dos meses en volver a comer y otro mes más en hablar. Al principio, ni siquiera tenía voz”, recordó.

Tras recibir el alta del Centro Médico de Boston, Thalita fue trasladada a Spaulding Rehabilitation, donde permaneció otros 40 días. Durante este tiempo, tuvo que enfrentarse a intensas sesiones de fisioterapia y a retos emocionales. “Cuando me desperté y me di cuenta de que ya no sería enfermera de cabecera, sentí que había perdido mi identidad, así que tuve que aprender que mi identidad no es mi trabajo”, dijo.

Aunque sigue enfrentándose a retos físicos diarios, considera que su mejoría es un gran logro. “Nunca sabes lo que te va a deparar la vida. Lo que me ocurrió a mí fue un accidente fortuito que podría haberle ocurrido a cualquiera. Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Nada de esto es culpa de Dios. Es la vida. Mi recuperación es un milagro y por fin tengo la oportunidad de reescribir mi historia”, concluyó.