Investigadores de varias universidades de Estados Unidos, como la Northwestern University y la University of Southern California, han hallado pruebas de la existencia de un extenso océano subterráneo. Este depósito se encuentra a unos 700 kilómetros por debajo de la corteza terrestre, en la zona de transición del manto. Publicada en junio en la revista Science, esta investigación revela que el agua no es líquida como imaginamos. De hecho, está formada por moléculas atrapadas en la estructura cristalina de unos minerales azules llamados ringwooditas.

Estos minerales, a su vez, tienen una increíble capacidad para almacenar agua a altas temperaturas y presiones. Es más, se mezclan con la roca fundida entre la superficie y el núcleo de la Tierra. Para llegar a esta conclusión, los científicos utilizaron métodos sismológicos. Distribuyeron 2.000 sismógrafos por todo Estados Unidos para analizar las ondas sísmicas generadas por más de 500 terremotos. Los cambios en la velocidad de estas ondas al atravesar las distintas capas de la Tierra indicaban la presencia de algo más ligero, posiblemente agua. Como resultado, se descubrió este vasto yacimiento subterráneo.

Además, este descubrimiento desafía la teoría de que el agua de la Tierra fue traída por cometas en los primeros días del planeta. La nueva investigación sugiere que parte del agua podría haberse filtrado desde el interior de la Tierra a lo largo de miles de millones de años. Esta agua podría haber emergido posteriormente para formar los océanos. Los investigadores calculan que si toda esta agua subterránea saliera a la superficie, el nivel de los océanos subiría tanto que sólo serían visibles los picos de las montañas.

Otras conclusiones

Además, esta investigación cambia nuestra comprensión de la formación de los océanos y explica el ciclo profundo del agua entre el manto terrestre y la superficie. Durante el movimiento de las placas tectónicas, el agua se desplaza hacia el interior de la Tierra junto con la corteza oceánica. Al cabo de mucho tiempo, esta agua vuelve a la superficie a través de la fusión del manto y la actividad volcánica. Este ciclo de infiltración y retorno del agua, que tiene lugar a lo largo de millones de años, es crucial para la estabilidad de los océanos y el mantenimiento de la vida en el planeta.

El estudio también muestra que la capacidad de las ringwooditas y otros minerales del manto para almacenar agua podría representar una de las mayores reservas de agua del mundo. Aunque aún no comprendemos del todo las implicaciones de este descubrimiento, los científicos planean ampliar la investigación a otras regiones. Buscan nuevos océanos subterráneos y más información sobre el ciclo del agua en profundidad.

Estos descubrimientos no sólo cambian nuestra visión de la estructura interna de la Tierra, sino que también subrayan la importancia de este ‘océano’ oculto en la regulación del agua en la superficie. Además, esta regulación es esencial para la vida. Como afirman los investigadores, ‘comprender estos procesos podría ser vital para nuestra supervivencia en un planeta que depende tanto del agua’. Por ello, con la colaboración de instituciones de renombre como el Laboratorio Geofísico de la Institución Carnegie de Washington, esta investigación abre nuevas posibilidades para comprender la dinámica de la Tierra y los recursos hídricos mundiales.