Tras la muerte de Brian Thompson, CEO de UnitedHealthcare, una compañía de seguros de salud, en Nueva York, la imagen del sospechoso, posteriormente identificado como Luigi Mangione, que se encuentra detenido desde el pasado lunes 9 de diciembre, ha generado repercusión en las redes sociales.
++ La investigación revela un plan detallado de Luigi Mangione, acusado de matar a un CEO
Poco después del asesinato, una foto de Luigi Mangione, con un abrigo marrón, cejas pobladas y una atractiva sonrisa, provocó una intensa reacción en las redes sociales.
Usuarios de plataformas como X, Bluesky, Instagram, TikTok y Reddit comenzaron a comentar su aspecto, destacando su físico en forma y atractivo.
El interés por el sospechoso se intensificó tras su detención y la revelación de su identidad y fotos, lo que provocó una auténtica obsesión por parte de los internautas.
Este fenómeno no es nuevo: los delincuentes que cometen crímenes violentos suelen atraer la atención e incluso el afecto, un comportamiento conocido como hibristofilia.
Se trata de una perversión en la que los individuos sienten una atracción íntima por personas que han cometido crímenes violentos, como asesinatos o violaciones, a menudo en múltiples ocasiones.
Aunque esta afección es más común en las mujeres, se manifiesta de diferentes maneras y puede estar alimentada por diversas creencias y factores emocionales. Muchas de estas personas creen que pueden cambiar a los delincuentes, otras se sienten atraídas por la idea de «cuidar» de ellos, o incluso ven a estos individuos como parejas ideales que no pueden engañarles ni exigirles tareas domésticas.
La periodista Sheila Isenberg, autora del libro «Women Who Love Men Who Kill», investigó el comportamiento de las mujeres que mantienen relaciones con delincuentes violentos.
Sostiene que para muchas de ellas no hay atracción por la violencia en sí, sino por la fantasía de que el criminal es inocente o al menos redimible. Muchas de estas mujeres proceden de familias violentas, con padres controladores y maltratadores, lo que puede explicar en parte su fascinación por las figuras de poder y control, incluso en contextos distantes como las prisiones.
Según Isenberg, la atracción no proviene de la idea de ser lastimado, sino del hecho de que estos criminales son físicamente incapaces de causar daño – están encarcelados, lejos de poder ejercer control o violencia. La fantasía de un romance perfecto, a pesar de las circunstancias imposibles, acaba por hacer aún más atractiva esta figura.