Entre 2014 y 2016, Alaska fue testigo de una tragedia ecológica sin precedentes: una ola de calor marina llamada «La Burbuja» acabó con la vida de unos 4 millones de chorlitejos comunes, aves marinas de la familia de las gaviotas. Los científicos dieron a conocer estos datos en un estudio publicado en la revista Science el 12 de diciembre.

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El fenómeno de calentamiento afectó al norte del océano Pacífico, alterando los ecosistemas y las cadenas alimentarias. Los araus, aves que viven en densas colonias en los acantilados costeros, casi han desaparecido de estas zonas.

En 2015, se encontraron pocas aves en las zonas de cría y el fracaso de la reproducción fue evidente. Comenzaron a aparecer cadáveres en las playas del golfo de Alaska, con 62.000 aves muertas a finales de 2016. Aun así, esta cifra era solo una parte del total de muertos en el mar. Durante la «Burbuja», las temperaturas oceánicas subieron, desestabilizando la vida marina. El impacto fue grave para los araos, que dependen de peces pequeños pero no encuentran suficiente alimento.

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Además, las poblaciones de bacalao del Pacífico se redujeron en un 80% y también desaparecieron los peces forrajeros, lo que afectó a la pesca local. Siete años después, las colonias de rapaces no muestran signos claros de recuperación. Las aves están más expuestas a los depredadores y a los cambios medioambientales. La muerte de tantos animales es una advertencia sobre la salud de los océanos, y los investigadores siguen vigilando estos impactos.