Túlio, 33 años, hombre trans y creador de un proyecto de integración laboral de personas trans, compartió su viaje de autoconocimiento, marcado por su experiencia como monja. Tras cinco años en un convento, decidió abandonar la vida religiosa e inició un proceso de aceptación que culminó con su transición de género.
Nacido en el interior de São Paulo (Brasil), Túlio creía tener vocación religiosa. “No es que no me gustaran los chicos. Es que no me identificaba con mi cuerpo, con lo que era, con el género femenino. Esto me reforzó la idea de que mi vocación era ser monja. Faltaba a la escuela para ir al convento”, declaró en una entrevista a Histórias de ter.a.pia.
Durante su estancia en el convento, Túlio experimentó conflictos internos relacionados con su identidad de género y sus relaciones afectivas. Contó que se involucró en un romance con otra hermana, lo que marcó un punto de inflexión en su vida. “Tuvimos un romance durante unas semanas. Decidí contárselo a la superiora. Cuando le revelé lo que había pasado, me miró y me preguntó: ‘¿Es tan bueno como dice la gente?’ Aquello me impactó profundamente”, relató. Tras este episodio, abandonó el convento.
Durante años, Túlio se identificó como mujer lesbiana y asistía a la iglesia, pero vivía con el peso de la culpa. “Para aceptarme a mí misma, tuve que desvincularme completamente de la iglesia. Sentí que tenía que elegir: aceptar quién soy o permanecer en la fe que conocía. Elegí aceptarme a mí mismo”, dijo.
El apoyo de su mujer, Pamela, fue esencial para que diera los primeros pasos hacia la transición: “Un día, ella me preguntó: “¿Cómo quieres que te llame?” Fue entonces cuando elegí mi nombre: Tulio”.
La relación con su hijastra Catarina también tuvo un gran impacto. Desde los tres años, ella siempre le llamaba por el pronombre correcto. “Desde el principio me dijo: ‘¡Tú no eres mi tía, eres mi tío!”, recordó.
Túlio trabaja actualmente en el proyecto @empregatodes, cuyo objetivo es ayudar a las personas transexuales y travestis a entrar o reincorporarse al mercado laboral. Subraya la importancia de demostrar que es posible vivir siendo quien eres: “La gente tiene que ver que es posible. Trabajar, vivir, ser quien soy es posible”.
Tras su transición, volvió a conectar con su espiritualidad en religiones africanas como la Umbanda y el Candomblé: “Estas religiones trajeron una fe sin culpa, sin pecado, pero con responsabilidad”, afirmó.
Tulio cree que la sociedad puede ser más acogedora para evitar sufrimientos como los que él padeció. “Si viviéramos en una sociedad con menos prejuicios, se podría haber evitado mucho dolor. Podría haber sido más tranquilo, más ligero”, concluyó.