Peyo, un caballo extraordinario, ya ha participado en concursos de doma con su tutor, pero ahora dedica su vida a reconfortar a pacientes enfermos en un hospital de Francia. Él y su dueño realizan visitas periódicas y permanecen al lado de las personas hasta sus últimos momentos.

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Sorprendentemente, Peyo elige las habitaciones que quiere visitar. Se detiene o levanta la pata como señal, demostrando una sensibilidad única. A los 15 años, el caballo tiene la extraordinaria capacidad de percibir cuando alguien tiene cáncer o tumores.

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Además de sus capacidades terapéuticas, Peyo ha aprendido a hacer señales cuando necesita salir. Mueve el cuerpo de un lado a otro, dejando claras sus necesidades a su guardián. Peyo no sólo encanta, sino que también inspira, mostrando cómo la conexión entre humanos y animales puede ser transformadora en momentos delicados.