En 2011, una extraordinaria historia de supervivencia y reencuentro con el pasado tuvo lugar en las remotas aguas del Pacífico Sur. Dos pescadores de Kiribati, Uein Buranibwe, de 53 años, y Temaei Tontaake, de 26, pasaron 33 días a la deriva en el mar antes de llegar a un atolón aislado y desentrañar un misterio familiar de más de 50 años de antigüedad.
La aventura comenzó cuando ambos realizaban una travesía rutinaria entre islas de Kiribati. Sin embargo, durante la noche perdieron el rumbo. A partir de entonces, comenzó una lucha diaria por la supervivencia. Para alimentarse, pescaban atún y, sin agua potable, bebían incluso pequeñas cantidades de agua de mar. Las lluvias eran escasas y a menudo pasaban días sin comer.
Los guardacostas estadounidenses buscaron a los pescadores durante tres días, pero sus esfuerzos fueron en vano. A pesar de divisar un avión y barcos a lo lejos, no pudieron ser localizados.
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Tras más de un mes a la deriva, la pequeña embarcación encalló en Namdrik, un atolón de las Islas Marshall con unos 600 habitantes. Para sorpresa de Tontaake, una de las pocas personas que entendía su idioma le reveló algo inesperado.
El descubrimiento
La mujer era descendiente de Bairo, el tío de Tontaake, desaparecido en el mar hace 50 años. Dijo que Bairo también llegó al atolón tras perderse en el mar, donde se quedó, se casó y tuvo descendencia.
“Ahora sabemos lo que le pasó a mi tío”, dice Tontaake, emocionado por el desenlace de un misterio que había planeado sobre su familia durante décadas.
Tras recibir ayuda en Namdrik, los pescadores fueron trasladados en barco a Majuro, la capital de las Islas Marshall, desde donde consiguieron regresar a Kiribati. Además de sobrevivir a una prueba extrema, los dos trajeron de vuelta una parte importante de la historia de su familia, cerrando un capítulo que parecía perdido para siempre.