Gina Lapertosa, profesora jubilada de Belo Horizonte (Brasil), encontró una nueva pasión en el CrossFit después de que su vida diera un vuelco. A los 55 años empezó a entrenar y, siete años más tarde, participó en una competición internacional, los CrossFit Games, donde quedó cuarta en la categoría Master.
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Antes de dedicarse a este deporte, Gina practicaba natación, pero una lesión la mantuvo alejada de las piscinas. Durante el periodo de recuperación, unos amigos la animaron a probar el CrossFit. “Pensé: ‘Imagínate cargando neumáticos, trepando por cuerdas, corriendo por la calle’. Pero al cabo de unos meses, me invitaron a mi primera clase. Fui y nunca me fui”, contó a Crescer.
Al principio, su entrenamiento era funcional, pero al darse cuenta de sus progresos, empezó a dedicarse a la técnica. “A medida que mejoraba, me daba cuenta de que podía hacerlo y quería empezar a hacer nuevos movimientos o incluso mejorar los que ya hacía”, explicó.
Incluso con su experiencia en este deporte, Gina se enfrentaba a la desconfianza cuando entrenaba fuera de su academia. “Cuando tomaba clases en otros sitios, pasaban cosas curiosas: no me elegían a la hora de emparejarme y dudaban de que pudiera levantar el peso. Era genial ver las caras de la gente cuando no creían en mí. Solía bromear y decir: ‘Bueno, no juzgues el libro por su portada, hija mía. Aquí hay pelo blanco, pero no hay ninguna anciana”.
La jubilada decidió competir por casualidad. Su hija, que iba a participar en los CrossFit Games, abandonó en el último momento, y Gina ocupó su lugar. “No tenía intención de competir. Mi hija Fernanda iba a participar en el campeonato, pero abandonó en el último momento. Así que decidí ir en su lugar y fue muy divertido. En la prueba, le dije al organizador: ‘No soy competitiva, sólo quiero divertirme’. Estaba muy contenta y el ambiente era increíble”, explicó.
El viaje de Gina atrajo la atención de las redes sociales. Sus compañeros de entrenamiento animaron a la pensionista a grabar su rutina, pero ella se resistió al principio: “No me veía haciéndolo, me parecía una lata tener que prepararme para grabar, y yo sólo quería entrenar y socializar”. Poco a poco, empezó a grabar para seguir sus progresos, y su compromiso fue creciendo. Hoy tiene más de 940.000 seguidores en Instagram.
A pesar de su alcance, Gina no considera la creación de contenidos un trabajo. “Ya estoy jubilada y trabajé como profesora de guardería durante muchos años, así que ya tengo mi estabilidad. Lo que más me gusta de las redes sociales es el intercambio, el contacto con la gente, conocer sus historias, dar consejos y aprender de ellos”, afirmó.
Según la atleta, su relación con su cuerpo ha cambiado con el tiempo: “A diferencia de antes, hoy ya no me comparo con nadie. En primer lugar, porque me he comprendido y aceptado. Y en segundo lugar, porque la belleza viene de nuestros logros diarios. Si me cuido, como bien, duermo bien y hago lo que me gusta, todo va bien. Si no me cuido, no quiero vivir así. Cada uno tiene su camino, y lo importante es sentirse bien con uno mismo”.
Subraya que el estilo no tiene por qué seguir normas impuestas por la edad. “La forma de vestir, con accesorios y blusas, cambia completamente nuestro estilo. Eso me encanta. Puedes ponerte una blusa bonita, un par de tacones y ya está, lo cambia todo. Y la moda tiene esa libertad de expresión que nos permite transmitir una identidad a los demás, aunque a veces la gente se apresure a juzgar”, concluyó.