Las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos se encuentran en el centro de una compleja guerra comercial internacional. Tras la imposición de aranceles por parte de Trump, China y Europa han comenzado a diseñar estrategias de represalia que podrían golpear duramente al sector tecnológico estadounidense.
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China ha iniciado investigaciones antimonopolio contra empresas como Apple y Google, analizando sus prácticas comerciales y restricciones en el mercado de aplicaciones. La Administración Estatal de Regulación del Mercado china busca cuestionar el dominio de estas corporaciones, especialmente después de los nuevos aranceles impuestos por Trump.
La Unión Europea, por su parte, no se queda atrás. Con la amenaza de aranceles estadounidenses, Bruselas está preparando medidas defensivas que podrían limitar significativamente las operaciones de las grandes tecnológicas. La Comisión Europea considera utilizar un mecanismo «anticorrupción» que le permitiría restringir el alcance de empresas como Meta, Google y Apple en el mercado europeo.
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El conflicto revela la fragilidad de las alianzas comerciales y tecnológicas globales. Las empresas que antes parecían intocables ahora se enfrentan a investigaciones, multas y posibles limitaciones en mercados internacionales. Mark Zuckerberg ya ha manifestado su preocupación, calificando las multas europeas como un «impuesto» contra las empresas estadounidenses.
La situación deja en evidencia cómo las decisiones políticas pueden transformarse rápidamente en barreras comerciales complejas, afectando directamente a las principales corporaciones tecnológicas del mundo.