Los océanos, que cubren casi tres cuartas partes de nuestro planeta, constituyen una de las mayores reservas de recursos renovables del mundo, aunque su potencial permanece mayoritariamente inexplorado.
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El poder energético de los mares representa una fuerza colosal con capacidad para revolucionar la transición energética. Los expertos de la Agencia Internacional de la Energía señalan un objetivo crucial: incrementar la producción oceánica en un tercio anualmente para alcanzar la neutralidad carbónica en 2050.
José Miguel Rodrigues, investigador líder del prestigioso instituto SINTEF, sostiene que el aprovechamiento de las mareas y las olas podría transformarse en un pilar fundamental del suministro energético sostenible.
Las proyecciones del IPCC revelan cifras asombrosas: la energía undimotriz podría alcanzar una generación de 29.500 TWh anuales, superando en diez veces el consumo eléctrico europeo actual y sobrepasando la producción eléctrica mundial de 2018.
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«Las mareas encierran un potencial energético de entre 800 y 1200 TWh, particularmente en zonas costeras específicas», destaca Rodrigues. «Su naturaleza predecible, basada en ciclos gravitacionales más que en factores meteorológicos, garantiza un suministro constante que contribuye a la estabilidad de la red».
Una revolución inspirada en la naturaleza
La biomimética llevó al cardiólogo Stig Lundbäck a fundar CorPower Ocean en 2009, trasladando los principios del bombeo cardíaco a la generación de energía marina.
El fruto de esta investigación es el «CorPack», un innovador sistema de boyas que aprovecha materiales avanzados para transformar el oleaje en energía limpia y constante.
Emulando el funcionamiento del corazón, el CorPack emplea un sistema de tensión bidireccional: mientras las olas impulsan la boya hacia arriba, el mecanismo ejerce una fuerza descendente. Esta dinámica se traduce en un movimiento rotatorio que los generadores convierten en electricidad.
Esta ingeniosa solución maximiza la captación energética en un dispositivo compacto y económico, según explican desde CorPower Ocean.
Los resultados son prometedores: el convertidor quintuplica la eficiencia energética por tonelada de equipo en comparación con tecnologías anteriores.
La costa portuguesa es testigo del primer convertidor a escala real de CorPower Ocean, operativo en Aguçadora (Póvoa de Varzim), que ya está alimentando la red eléctrica nacional.
El panorama de la energía oceánica se enriquece con otras iniciativas innovadoras.
Destacan proyectos como el Convertidor Inercial de ENI, el generador flotante Nanku desarrollado en China, y el WaveRoller finlandés con sus innovadores paneles submarinos.
El desafío de la competitividad Mientras la energía solar alcanza el 7% de la generación global en 2024 y se proyecta que cubra la mitad de la demanda mundial en dos años, con la eólica aportando un tercio, la energía oceánica busca su lugar.
Las olas ofrecen la mayor concentración energética entre las renovables y presentan menor variabilidad que el viento, mientras que las mareas destacan por su previsibilidad inigualable.
Sin embargo, estas tecnologías marinas enfrentan obstáculos significativos.
«La viabilidad comercial es el gran reto», señala Rodrigues. «A diferencia de la solar y la eólica, la tecnología marina aún debe demostrar su escalabilidad. Los requisitos técnicos son extremadamente exigentes, considerando la necesidad de rendimiento constante en condiciones oceánicas extremas. Mientras muchos prototipos no han superado estas pruebas, las tecnologías eólica y solar offshore han consolidado su fiabilidad y optimizado sus costos».
El potencial europeo El aprovechamiento de esta energía requiere una confluencia de recursos naturales y capacidad técnica.
«La fachada atlántica europea – Portugal, España, Francia, Irlanda y Reino Unido – reúne las condiciones óptimas para el desarrollo de la energía undimotriz a gran escala», explica Rodrigues.
«Noruega emerge como un caso especial: su extensa costa y sus numerosas comunidades insulares crean un escenario ideal donde esta tecnología puede optimizar costos de red y fortalecer la autonomía energética».
El éxito definitivo de esta tecnología dependerá de una combinación de factores: viabilidad económica, respaldo social y marco político favorable.