Titanoboa cerrejonensis es la serpiente más grande jamás descubierta. Vivió en el Paleoceno, tras la extinción de los dinosaurios. En 2000, el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y la Universidad de Florida hicieron el descubrimiento en unas minas de carbón de Colombia. El equipo encontró 186 fósiles de Titanoboa. En 2009, la serpiente fue bautizada y se dio a conocer como la más grande jamás registrada.
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Esta criatura gigante podía alcanzar hasta 12,8 metros de longitud, o incluso 14,3 metros, y pesar entre 730 y 1.135 kg. Con ello, superaba el récord anterior que ostentaba Gigantophis garstini, una serpiente del Eoceno de Egipto. La Titanoboa pertenece a la subfamilia Boinae y está emparentada con las actuales boas de Madagascar y el Pacífico. Sus anchas y robustas vértebras eran una característica llamativa de la serpiente.
Los estudios sugieren que la Titanoboa era un depredador ápice y semiacuático, que cazaba principalmente peces. La evolución de esta serpiente tuvo lugar tras el evento de extinción del Cretácico-Paleógeno. Este evento extinguió a los dinosaurios no avianos y allanó el camino para la evolución de gigantes como la Titanoboa.