El poderoso ejército ruso, considerado la segunda fuerza militar global, atraviesa actualmente una severa escasez de equipamiento que obliga a sus combatientes a implementar técnicas rudimentarias en el frente, recurriendo al uso de transportes tan básicos como bicicletas y animales de carga para sostener sus operaciones.

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Un suceso que simboliza perfectamente esta precariedad ocurrió durante las postrimerías de 2024, cuando cámaras de drones captaron imágenes insólitas de un militar escapando de la zona de conflicto pedaleando una bicicleta mientras recibía protección de un blindado. La escena resultó tan desconcertante que hasta los propios operadores que grababan el evento expresaron su asombro, llegando uno a exclamar: «Es imposible que realmente esté usando una bicicleta», mientras el protagonista de este insólito escape ganaba popularidad bajo el sobrenombre de «Ciclista Tormentoso».

Los indicios de deterioro militar se intensificaron en febrero de 2025, cuando grabaciones evidenciaron el empleo sistemático de caballos en maniobras tácticas rusas, al tiempo que fuentes oficiales confirmaban que el propio Ministerio de Defensa había autorizado la distribución de asnos para tareas logísticas de abastecimiento. Ante las críticas, el Teniente General Viktor Sobolev intentó normalizar estas prácticas recordando precedentes históricos del uso de animales durante el conflicto mundial de 1939-1945.

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Las estadísticas de bajas militares alcanzan proporciones catastróficas y fuentes de inteligencia ucranianas reportan que durante 2024, Rusia perdió aproximadamente 400.000 efectivos, cifra equivalente a 36 divisiones motorizadas completas. El punto más crítico se registró en diciembre pasado, cuando se documentaron 2.200 fallecimientos en una sola jornada durante operaciones que involucraron 191 encuentros armados, marcando un trágico récord histórico para las fuerzas moscovitas.

La explicación fundamental de esta debacle radica en el vaciamiento del inventario militar heredado de la era soviética, mientras los datos verificados por la plataforma holandesa Oryx, especializada en documentar pérdidas militares mediante evidencia visual, confirman que en menos de 1.000 días de hostilidades, las fuerzas rusas han perdido 11.600 vehículos blindados y 3.700 tanques, lo que representa una media diaria de siete tanques inutilizados o capturados.

La desesperación por obtener material bélico alcanzó niveles insospechados cuando Mosfilm, el principal estudio cinematográfico ruso, entregó 36 unidades blindadas y tanques fabricados en los años cincuenta que servían como utilería en producciones fílmicas. Esta donación inusual fue confirmada directamente por Karen Shakhnazarov, director ejecutivo del estudio, quien personalmente informó a Putin sobre esta contribución extraordinaria al esfuerzo militar.

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El régimen de sanciones internacionales ha paralizado las capacidades productivas de la industria armamentística rusa, mientras la severa escasez de microchips ha obligado a los técnicos a desarmar electrodomésticos para recuperar componentes esenciales para sistemas de armamento avanzado. La disparidad entre producción y pérdidas resulta insostenible: frente a la destrucción mensual de 320 cañones de artillería y tanques, la industria nacional apenas logra reemplazar 20 unidades.

Los indicadores económicos vinculados al conflicto apuntan hacia un colapso sistémico, con tasas de interés que han escalado hasta el 21%, llevando a numerosas empresas del complejo militar-industrial al borde de la quiebra. El propio director de RosTec, conglomerado estatal que lidera la producción armamentística rusa, ha advertido públicamente que si las condiciones financieras actuales persisten, la mayoría de fabricantes no sobrevivirán a la crisis.

Según evaluaciones realizadas por especialistas del prestigioso Instituto Internacional de Estudios Estratégicos londinense, manteniendo la intensidad actual del conflicto, las reservas rusas de equipamiento pesado se agotarán completamente antes de concluir 2025. Los inventarios operativos actuales apenas alcanzan las 2.000 unidades de tanques, 2.000 vehículos de infantería y 3.000 transportes blindados de personal en condiciones de despliegue inmediato.

La crisis militar ha desbordado hacia el ámbito civil, provocando que Putin emitiera una orden ejecutiva exigiendo la salida de todos los inmigrantes indocumentados antes de abril, aunque ofreciendo amnistía administrativa a quienes se incorporen a las filas militares. Esta medida responde también a un déficit laboral crítico estimado en 1,5 millones de trabajadores que amenaza la estabilidad productiva del país.

Este escenario sin precedentes evidencia la vulnerabilidad de incluso los arsenales más formidables frente a conflictos prolongados, transformando dramáticamente lo que fuera una superpotencia militar en un ejército forzado a implementar soluciones improvisadas y obsoletas, simbolizadas por la imagen de soldados modernos recurriendo a bicicletas y caballerías como en conflictos de siglos pasados.