En un hecho sin precedentes que expone graves vulnerabilidades en los protocolos de seguridad nacional, Jeffrey Goldberg, editor en jefe de The Atlantic, tuvo acceso durante tres días a conversaciones confidenciales donde altos funcionarios de la administración Trump coordinaban los ataques contra objetivos Houthis en Yemen.

++ Altas expectativas: Estados Unidos y Rusia discuten alto al fuego en Ucrania y Mar Negro

El extraordinario incidente comenzó el 11 de marzo cuando Goldberg recibió una solicitud de contacto en Signal que aparentemente provenía del asesor de seguridad nacional Michael Waltz. Al aceptar la invitación, el periodista fue añadido sin saberlo a un grupo de mensajería cifrada denominado «Houthi PC small group», que incluía a algunas de las figuras más importantes del gabinete de seguridad nacional, entre ellas el secretario de Defensa Pete Hegseth y el vicepresidente JD Vance.

Detalles operativos comprometidos

La situación alcanzó su punto más crítico la mañana del 15 de marzo cuando, según relata Goldberg en su exhaustivo reportaje, el usuario identificado como Hegseth compartió con el grupo un informe detallado que contenía información altamente sensible sobre la inminente operación militar. El documento especificaba con precisión la cronología de los bombardeos, los sistemas de armamento que serían desplegados y los objetivos estratégicos seleccionados en territorio yemení.

La veracidad de esta información quedó dramáticamente confirmada apenas dos horas después, cuando los ataques aéreos comenzaron exactamente como habían sido descritos en los mensajes, con las primeras explosiones reportadas en Saná, la capital yemení, en el horario previsto.

++ El Papa Francisco estuvo al borde la muerte: médicos consideraron suspender su tratamiento

Debates internos al descubierto

Las comunicaciones obtenidas accidentalmente por Goldberg revelaron tensiones inesperadas dentro del círculo íntimo de asesores del presidente Trump. Particularmente reveladoras fueron las reservas expresadas por el vicepresidente Vance, quien en los mensajes cuestionaba abiertamente el momento elegido para la operación y su potencial impacto en los mercados energéticos globales.

Estas dudas, expresadas en un tono que contrastaba marcadamente con la imagen pública de unidad en la administración, incluían sugerencias de posponer el ataque para permitir una mejor preparación de la opinión pública y evaluar con mayor detenimiento las consecuencias económicas. Las preocupaciones de Vance generaron un intenso intercambio entre los miembros del grupo, incluyendo argumentos detallados sobre el papel de Europa en la seguridad marítima y los riesgos operativos de retrasar la acción militar.

Graves implicaciones institucionales

Expertos en seguridad nacional consultados por The Atlantic expresaron profunda preocupación por las múltiples vulneraciones protocolares que este incidente revela. Destacaron especialmente el uso de una plataforma de mensajería comercial para discutir operaciones militares clasificadas, práctica que podría constituir una violación de la Ley de Espionaje por la divulgación no autorizada de información de defensa nacional.

Además, los especialistas señalaron posibles infracciones a los requisitos de preservación de registros gubernamentales, ya que algunos mensajes fueron configurados para autodestruirse después de un tiempo determinado. Esta característica de Signal, diseñada para proteger la privacidad, entra en directa contradicción con las obligaciones de transparencia y mantenimiento de registros que rigen para las comunicaciones oficiales.

Reacciones oficiales

Ante las preguntas de Goldberg, la Oficina del Consejero de Seguridad Nacional confirmó la autenticidad del grupo de Signal, pero atribuyó la inclusión del periodista a un «error involuntario». Un portavoz insistió en que «el hilo demuestra la coordinación profunda y reflexiva de políticas entre altos funcionarios», añadiendo que el éxito de la operación contra los Houthis prueba que no hubo riesgos para la seguridad nacional.

Este incidente plantea serias cuestiones sobre los protocolos de seguridad en los más altos niveles del gobierno estadounidense y revela prácticas preocupantes en el manejo de información clasificada. La exposición accidental de planes militares sensibles a un medio de comunicación marca un peligroso precedente en la era de las comunicaciones digitales, donde la frontera entre conveniencia operativa y seguridad nacional se vuelve cada vez más difusa.