La empresaria Thaís Melo compartió recientemente una impactante experiencia que transformó la vida de su familia hace 15 años. El 28 de marzo de 2010, su hijo Bernardo, entonces de 6 años, sufrió un grave accidente de tránsito en Río de Janeiro que marcó un antes y después en sus vidas.
“Esta fecha podría olvidarla, pero para él se convirtió prácticamente en un segundo cumpleaños”, escribió Thaís en una publicación que ha generado considerable repercusión en redes sociales. El incidente ocurrió frente a su residencia cuando regresaban de la playa.
Mientras Thaís se detuvo un momento para dar agua a un perro, Bernardo, familiarizado con el entorno, comenzó a cruzar la calle tras mirar en la dirección correcta. Desafortunadamente, un vehículo en marcha atrás no lo vio y lo impactó. La madre corrió para alertar al conductor, pero este, al sentir que había pasado sobre algo, avanzó hacia adelante con el niño aún debajo.
Las lesiones fueron severas: fracturas múltiples, quemaduras graves y la necesidad de someterse a siete anestesias generales durante su hospitalización de quince días. Tras el accidente, Bernardo requirió un yeso desde la cintura hacia abajo, con una estructura especial para inmovilizar su cadera fracturada.
“Convertí nuestra casa en un hospital, con cama adaptada, colchón especial y cuidados de enfermería profesional”, relata Thaís. Durante este periodo, ella personalmente se encargó de todos los aspectos del cuidado nocturno de su hijo e incluso lo alfabetizó mientras permanecía en cama.
El aspecto más desafiante llegó cuando Bernardo necesitó usar silla de ruedas. “Comenzó a expresar que no quería seguir viviendo, que no volvería a caminar”, recuerda la madre. Este momento crítico la llevó a enseñarle lecciones fundamentales sobre fe, resiliencia y control emocional.
Después de seis meses, Bernardo pudo reintegrarse a la escuela. Como celebración simbólica de su recuperación, la familia organizó un viaje a Disney. “Fue nuestra manera de marcar este nuevo comienzo, con ligereza, alegría y el corazón lleno de amor”, explica Thaís.
Actualmente, con 21 años, Bernardo no presenta secuelas físicas significativas más allá de las cicatrices de las quemaduras. Sin embargo, tras el accidente desarrolló tics como parpadeo excesivo y emisión de sonidos, lo que eventualmente fue diagnosticado como síndrome de Tourette. Aunque la ciencia no establece una relación causal directa, la familia considera que podría estar vinculado al trauma experimentado.
“Él aprendió a cuidar de su cuerpo y mente. Nosotros siempre confiamos en que Dios tiene un propósito para todo”, reflexiona Thaís. La empresaria destaca que nunca buscó culpar a la conductora involucrada, reconociendo que fue un accidente sin intención. “Este accidente, como todos los desafíos, nos hizo crecer”, concluye, reflejando la madurez y perspectiva que han desarrollado a lo largo de estos quince años.