A los 6 años, Shaniah, una pequeña bailarina de Hartford, Connecticut (EE.UU.), aprendió por las malas que el esfuerzo y una sonrisa no siempre garantizan una cálida bienvenida. La escena que se hizo viral en las redes sociales muestra al equipo de danza celebrando una victoria en el escenario, en un abrazo colectivo encabezado por la entrenadora. Mientras todas las chicas son abrazadas una a una, Shaniah -la única niña negra del grupo- es ignorada, a pesar de que extiende los brazos, sonriente y esperanzada ante el gesto de cariño.
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La grabación fue colgada en TikTok por Melissa Breglia, la mamá de Shaniah, y rápidamente ganó repercusión, causando revuelo e indignación entre internautas y medios de comunicación estadounidenses. “Mami, hice todos mis pasos, sonreí todo el tiempo… y no recibí un abrazo, pero ellos sí”, dijo la niña al ver el vídeo, en un relato que rompió el corazón de la familia.
Melissa contó a la NBC Connecticut que se enfrentó a la entrenadora de Dance Xpressions entre bastidores, pero sólo recibió justificaciones a la defensiva. “Dijo que no había hecho nada malo”. Días después, otra madre compartió la grabación completa del momento en el escenario, reforzando la clara exclusión de la niña.
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El silencio institucional también dejó su huella. La escuela de danza tardó dos semanas en pronunciarse, calificando el incidente de «descuido» y afirmando que la entrenadora se había disculpado. En lugar de ofrecer hospitalidad, el estudio rompió relaciones con Melissa y sus hijas, que formaban parte de la escuela desde hacía años. “Todavía están llorando… han perdido su pasión, a sus amigos y a las personas que creían que las querían como una familia”, escribió Melissa en un emotivo post de Facebook.
Las repercusiones del caso de Shaniah han abierto un debate necesario sobre la exclusión y el racismo estructural en la infancia. Actitudes aparentemente sutiles, como el simple hecho de no incluir a un niño en un abrazo, tienen profundos efectos en su autoestima. Los expertos en desarrollo infantil subrayan que, en momentos de celebración, el rechazo tácito y silencioso puede desencadenar sentimientos de inadecuación y tristeza.
La madre también criticó la falta de posicionamiento de otras familias ante lo ocurrido. “Al resto de mamás con hijos negros… ¡Les estáis haciendo un flaco favor criándolos en este mundo! POR FAVOR, hablad con gente que pueda enseñarles su cultura!”, se desahogó.
Hoy, tanto Shaniah como su hermana mayor, que también bailaba en la escuela, ya no están seguras de querer volver a los escenarios. “Ella lo entendía todo. Y eso es lo más triste”, dice Melissa.
La historia de la pequeña Shaniah no es sólo un retrato del dolor, sino una poderosa llamada a la reflexión: sobre la empatía, la inclusión y la urgencia de combatir la exclusión racial desde los primeros años de vida.