La esquizofrenia es un trastorno psicótico grave que afecta aproximadamente a 24 millones de personas o a 1 de cada 300 personas (0,32%) en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

++ 12 dificultades comunes a las que se enfrentan las personas con TDAH

Los afectados se vuelven completamente indiferentes a lo que ocurre, reaccionan sin sentido o de forma incoherente a los acontecimientos externos, pierden el contacto con la realidad y se aíslan en su propio mundo. Por sus características, compromete todos los aspectos de la vida de la persona, perturbando profundamente sus relaciones y, por tanto, implicando también al núcleo familiar.

++ Una psicóloga revela los 5 recuerdos esenciales que los niños llevan consigo de por vida

¿Cómo se manifiesta la esquizofrenia?

La esquizofrenia es un trastorno caracterizado por alteraciones del pensamiento, la percepción, el comportamiento y la afectividad. 

Las personas con esquizofrenia suelen mostrar un afecto inapropiado, un estado de ánimo negativo (depresión, ansiedad, ira) y alteraciones del ritmo de sueño y vigilia.

También puede haber despersonalización y desrealización.

Los déficits cognitivos suelen incluir una disminución de la memoria, las funciones del lenguaje, la velocidad de procesamiento y la atención.

Según el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), algunas personas con esquizofrenia presentan déficits en la cognición social y a menudo no son conscientes de su enfermedad.

Los síntomas de la esquizofrenia son muy variables en función de la fase de la enfermedad y del subtipo clínico. Pueden aparecer en momentos críticos (episódicos) o de forma estable y crónica, y suelen dividirse en dos grupos: síntomas positivos y negativos.

Los síntomas positivos son manifestaciones nuevas y anormales derivadas de la enfermedad, mientras que los síntomas negativos se derivan de la pérdida de capacidades que estaban presentes antes de la aparición de la enfermedad.

Signos y síntomas más comunes de la esquizofrenia

Síntomas positivos de la esquizofrenia

  • Delirios, entendidos como creencias contrarias a la realidad, mantenidas firmemente a pesar de la evidencia en contrario. Los más frecuentes son los de persecución.
  • Alucinaciones, es decir, alteraciones de la percepción por las que la persona cree percibir cosas que en realidad no existen. Son típicas las alucinaciones auditivas, en las que la persona oye voces que insultan, amenazan, ordenan o comentan sus acciones.
  • Desorganización y fragmentación del pensamiento.
  • Comportamiento extraño y desorganizado.

Síntomas esquizofrénicos negativos

  • Apatía;
  •  Retraimiento social.
  • Déficit de productividad y fluidez del habla.
  • Habla confusa o irrelevante.
  • Pérdida de iniciativa.
  • Dificultad para mantener la atención.
  • Daños en las relaciones interpersonales, el funcionamiento social y el trabajo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos un tercio de las personas con esquizofrenia experimentan una remisión completa de los síntomas. Algunas personas con esquizofrenia experimentan empeoramiento y remisión de los síntomas periódicamente a lo largo de su vida, mientras que otras experimentan un empeoramiento gradual de los síntomas a lo largo del tiempo.

Causas de la esquizofrenia

La ciencia no ha identificado una única causa de la esquizofrenia. Se cree que una interacción entre los genes y una serie de factores ambientales puede causar la enfermedad. Los factores psicosociales también pueden afectar a la aparición y evolución de la esquizofrenia. El consumo excesivo de cannabis también se asocia a un mayor riesgo de padecer el trastorno.

El diagnóstico

El DSM-5 establece que para hacer un diagnóstico de esquizofrenia, los síntomas deben persistir durante al menos 6 meses.

Además, al menos dos de los siguientes síntomas deben estar presentes durante al menos un mes, y al menos uno de ellos debe ser delirios, alucinaciones o habla desorganizada.

El funcionamiento debe estar deteriorado en una o más de las siguientes áreas: trabajo, relaciones interpersonales o autocuidado.

Por último, los síntomas no deben explicarse mejor por otro trastorno mental, ni ser atribuibles a los efectos fisiológicos de una sustancia (droga, medicamento) u otra afección médica.