Los humanos modernos (Homo sapiens) son los únicos representantes supervivientes del árbol genealógico humano. Sin embargo, nuestra historia evolutiva comenzó hace unos 6 millones de años y dio lugar al menos a 18 especies, denominadas colectivamente homínidos. ¿Qué permitió al Homo sapiens perdurar mientras las demás especies desaparecían?

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Hace unos 300.000 años, al menos nueve especies del género Homo, incluido el Homo sapiens, se extendieron por África, Europa y Asia. Todas ellas desaparecieron, excepto el Homo sapiens. Los neandertales y los denisovanos coexistieron con el Homo sapiens e incluso se hibridaron, pero acabaron desapareciendo hace unos 40.000 años.

Para entender por qué sobrevivimos, debemos examinar nuestras similitudes con otros homínidos. El bipedismo, por ejemplo, surgió con los grupos Ardipithecus y Australopithecus, que aparecieron hace 4,4 y 2 millones de años respectivamente. Sin embargo, estas adaptaciones no impidieron la extinción de Ardipithecus, Australopithecus y Paranthropus.

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A diferencia de las especies emergentes del género Homo, Paranthropus tenía cerebros pequeños y dientes macizos. Después de aproximadamente un millón de años, Paranthropus desapareció. ¿Cuáles fueron las razones de estas extinciones? Entre las posibles explicaciones se encuentran los cambios medioambientales, la competencia por los recursos y las bajas densidades de población.

El mayor tamaño del cerebro del género Homo probablemente supuso una ventaja, ya que permitió mejorar la cognición, la fabricación de herramientas y las estrategias sociales complejas. Estas capacidades han hecho que las especies Homo sean más resistentes y adaptables.

La flexibilidad y la cooperación fueron ventajas cruciales para el Homo sapiens. Nuestras estrategias sociales flexibles han ayudado a nuestra especie a persistir donde otras han fracasado. Además, los factores aleatorios y los acontecimientos naturales también desempeñaron un papel en nuestra supervivencia.

En última instancia, el Homo sapiens sobrevivió a pesar de periodos de gran amenaza de extinción. Un reciente análisis genético revela un «cuello de botella» hace unos 900.000 años, cuando la población mundial se redujo a unos 1.300 individuos. La supervivencia futura de nuestra especie dependerá de nuestra capacidad para mantenernos flexibles y cooperativos ante los nuevos retos.