La práctica de que los padres duerman con sus hijos en la misma cama puede ser un hábito en un intento de evitarles posibles trabajos de madrugada, pero también se ha convertido en escenario de estudios de especialistas que apuntan a la relación entre ambos.
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Sin embargo, la Academia Americana de Pediatría advierte de los riesgos asociados a compartir la cama con adultos o hermanos. Aunque existen importantes ventajas para los bebés, por ejemplo, en la recomendación de que compartir habitación se haga preferentemente en una cuna junto a la cama de los padres, se estudia que puede acarrear importantes riesgos.
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Según la institución, dormir con niños en la misma cama puede aumentar el riesgo de asfixia, estrangulamiento y atrapamiento accidental, por lo que se deben priorizar las medidas de seguridad.
Por otro lado, un estudio realizado por la Universidad de Essex (Reino Unido) siguió a 17.000 niños británicos durante 11 años y descubrió que los que dormían cerca de sus padres mostraban signos de ser más felices y saludables. No obstante, no existe una edad exacta o ‘correcta’ para que los niños empiecen a dormir solos. Varía en función del desarrollo emocional de cada niño y de la dinámica familiar.
La Academia Americana de Pediatría recomienda que, hasta al menos los 6 meses de edad (y preferiblemente hasta el año), los bebés duerman en la misma habitación que sus padres, pero no en la misma cama, como forma de reducir el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL).