El cuerpo de Theo Kaio Braga Lopes, de apenas 3 años, fue enterrado el pasado jueves 8 de agosto en Saquarema, en la Región de los Lagos de Río de Janeiro (Brasil), bajo una profunda emoción.
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El niño, que era autista, fue trágicamente asfixiado por su propia madre, que confesó el crimen en las redes sociales, conmocionando a la comunidad local y a los internautas de todo el país.
Según el informe del Instituto Médico Legal (IML), Theo fue víctima de asfixia mecánica. La madre, cuyo nombre no ha trascendido, admitió el bárbaro acto en un post de Facebook.
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“He matado a mi hijo, envíen un auto para que tenga un entierro digno”, escribió, dando la dirección donde tuvo lugar el crimen. El post se hizo rápidamente viral, causando indignación y tristeza entre quienes lo leyeron.
La tragedia se hizo aún más dolorosa cuando Kelly Lopes, tía paterna de Theo, reveló que el padre del niño había intentado obtener su custodia para protegerlo. Sin embargo, la madre se negó a entregárselo, una decisión que precedió trágicamente al asesinato. “Fui a reconocerlo con mi hermano. Tan pequeño, tan bonito, lo que hizo fue cruel”, se lamentó Kelly al salir del IML.
Según la Policía Civil, tras cometer el crimen, la madre de Theo se dirigió a su propia madre, portando el cuerpo inerte de su hijo, y confesó:
“Acabo de matar a mi propio hijo”. Desesperada, la abuela, con la ayuda de los vecinos, intentó llevar al niño a urgencias, pero ya estaba sin vida. La madre de Theo fue detenida en el acto y llevada a la comisaría 124, donde tuvo una audiencia el viernes 9 de agosto.
Según el comisario André Bueno, la mujer se mostró apática y se negó a dar detalles o motivos del crimen.
“Ella responderá por el delito de homicidio cometido contra un menor de 14 años”, dijo el oficial de policía, señalando que la pena puede variar de dos a 30 años de prisión. El caso, que sigue bajo investigación, ya movilizó a la Defensoría Pública, que espera la audiencia de prisión preventiva para definir los próximos pasos de la defensa.
La muerte de Theo ha dejado una profunda huella en la comunidad de Saquarema, que ahora intenta lidiar con el dolor de una pérdida tan cruel e inexplicable.