La búsqueda de la inmortalidad es un tema que ha fascinado a la humanidad durante siglos y puede estar más cerca de lo que la gente cree. Al menos eso es lo que sugiere el profesor de biología molecular João Pedro de Magalhães, del Instituto de Inflamación y Envejecimiento de la Universidad de Birmingham.
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En un estudio pionero, Magalhães analizó los genomas de criaturas con una longevidad excepcional, como la ballena de Groenlandia y la rata topo peluda. Basándose en esta investigación, el científico propone una audaz teoría: los humanos podrían vivir hasta 1.000 años, o incluso 20.000.
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Según Magalhães, el secreto para lograrlo residiría en la reprogramación celular. En lugar de envejecer gradual e inevitablemente, como ocurre en la actualidad, el cuerpo humano podría reconfigurarse para un proceso de envejecimiento radicalmente distinto.
«Tenemos que aprender a reparar el ADN y reprogramar las células», afirmó el profesor. «Si el envejecimiento es algo programado en nuestro ADN, teóricamente podríamos alterar las células para modificar los genes que controlan este proceso y, en consecuencia, detenerlo», añadió.
Para reforzar su teoría, Magalhães cita los avances de la medicina en las últimas décadas. «Mi bisabuelo murió de neumonía, que era una de las principales causas de muerte en los años veinte. Hoy podemos curarla con una simple dosis de penicilina. Creo que podemos hacer lo mismo con el envejecimiento», argumentó.
Aunque la idea de vivir un milenio pueda parecer demasiado futurista, Magalhães es optimista. «Si pudiéramos ralentizar el envejecimiento humano un 10% o incluso un 5%, sería increíble», afirmó.