Situada en la Antártida, la base rusa Vostok funciona desde 1957 en una región que Australia reclama como parte de su Territorio Antártico. Sin embargo, esta reclamación carece de reconocimiento internacional.
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Además, la estación Vostok ostenta el récord del punto más frío jamás registrado en el planeta. También es un importante centro de observación de los cambios de la magnetosfera terrestre y un avanzado laboratorio de investigación en actinometría, geofísica, medicina y climatología, que alberga a un equipo de 30 personas.
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Clima riguroso y desafíos
Situada a 3.488 metros de altitud, Vostok se enfrenta a algunas de las condiciones climáticas más duras del planeta. Durante el invierno, que tiene lugar entre abril y septiembre, las temperaturas medias alcanzan unos impresionantes -66 °C. Asimismo, en ‘verano’, las mínimas se mantienen extremadamente bajas, en torno a los -44 °C. Además, la estación se enfrenta a una baja humedad, fuertes vientos y escasez de oxígeno debido a la gran altitud.
Proceso de adaptación humana
Sin embargo, el frío extremo no es el único desafío. La noche polar, que dura unos 120 días, junto con la baja humedad y presión atmosférica, agravan la inhospitalidad de la región. En este sentido, el proceso de adaptación puede variar entre una semana y dos meses. Durante este tiempo, los recién llegados suelen sufrir dolores de cabeza, dificultad para respirar, aumento de la tensión arterial y hemorragias nasales hasta que su organismo se adapta al entorno.