Durante 20 años, el sacerdote mexicano Sergio Gutiérrez Benítez, también conocido como Fray Tormenta, llevó una doble vida. Además de sacerdote, era una figura llamativa en el ring de lucha libre.

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Pero este cambio drástico fue por una causa noble: quería recaudar dinero para su orfanato. El lugar acogía a más de 250 niños, evitando que entraran en el mundo de las drogas, la delincuencia o incluso la prostitución.

Hoy, muchos de ellos son adultos, han estudiado, formado una familia y encontrado trabajo. Incluso con diabetes y cataratas, Fray Tormenta sigue trabajando para mantener su obra social. Sobre todo, sigue trabajando como sacerdote. Es párroco en la ciudad de Texcoco.

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“Gracias a Dios, del orfanato han salido ya 3 médicos, 16 maestros, 1 auditor, 1 contador, 20 técnicos en computación, 9 abogados, 1 sacerdote y más luchadores, que son alrededor de 25 o 30”, dijo Fray Tormenta.