Eliane decidió ayudar a José Carlos, un indigente, después de encontrarse con él todos los días y ver más allá de su aspecto demacrado. La relación empezó con pequeños gestos de apoyo, como ofrecerle una manta y palabras de ánimo, hasta que llegó un momento en que le invitó a dormir en su casa, con una condición: que dejara las drogas.
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“Yo vivía en un piso y él dormía en la calle. El día que le miré a los ojos, vi a un chico, aunque tenía 38 años. Estaba sucio, sin gafas, delgado y triste. Formamos una amistad”, contó Eliane a Histórias de Ter.a.p.i.a.
Tras aceptar ayuda, José sufrió una recaída. Eliane, aunque dolida, mantuvo su palabra y le pidió que se fuera de su casa. Durante ese tiempo, lo vio en la calle y sintió el dolor de no poder hacer más.
“Estaba muy triste. Además, la gente que lo veía en la calle decía: ‘Te lo dije’, ‘¿Por qué lo metiste en tu casa?’ Mientras tanto, pasó unos 20 días en la calle, bajo el sol y la lluvia. Yo lo veía desde mi ventana”, recordó Eliane.
Unos días después, el hombre pidió ingresar en una clínica de rehabilitación, y ella le dio todo el apoyo que necesitaba para recuperarse. Después del tratamiento, José volvió a vivir con Eliane, compartiendo habitación con su familia, que lo acogió sin reservas. Reconstruyó su vida y más tarde decidió volver a casa de su madre en Santos (Brasil).
Hoy, José considera a Eliane como una madre, y subraya el impacto que su ayuda ha tenido en su vida. “La Sra. Eliane me enseñó lo que es el amor al prójimo. Esta oportunidad que me dio es la esencia del amor al prójimo, el agente transformador que cambió mi vida. Ella me enseñó que podía cambiar y que no había nacido para morir en un sucio trozo de cartón en la acera”, afirmó.
Para Eliane, la mayor recompensa es saber que ha conseguido superar sus retos. “Me alegra ver que se ha convertido en un hombre capaz. Todos los que decían que yo estaba loca, cuando lo vean hoy, no se lo creerán”, añadió.