Priscila Ju, influencer y creadora de contenidos, superó un grave trastorno alimenticio y hoy comparte su experiencia con más de un millón de seguidores. La joven surcoreana fue hospitalizada a los 15 años debido a la anorexia nerviosa y la ortorexia, enfermedades que casi destruyeron su cuerpo. En su camino hacia la recuperación, se enfrentó a graves problemas de salud, incluido un paro cardíaco que la llevó a estar intubada durante 25 días.
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“Me hospitalizaron por primera vez a los 15 años, en 2017, porque todo mi cuerpo se estaba yendo a pique. Ya no podía controlar las funciones básicas y sentía que podía morir si no me hospitalizaban. Pedí a mi familia que me llevara ella misma al hospital. Cuando llegué, fui directamente a urgencias porque estaba muy debilitada. Me fallaban los riñones y los pulmones, y mi estómago no podía procesar la comida”, contó Priscila a Marie Claire, recordando uno de los momentos más difíciles de su vida.
“En las siguientes hospitalizaciones, fui a la fuerza. No podía aceptarlo porque sabía que ganaría peso, lo que me molestaba mucho. En total, estuve en el hospital cerca de un año. Primero fui al hospital clínico, luego al hospital psiquiátrico, y pasé unos cuatro meses fuera de casa. Mientras tanto, sufrí una parada cardiaca y tuve que estar intubada durante 25 días. Mi mayor dificultad era no poder controlar mi propio cuerpo. No podía andar, no podía respirar sin la ayuda de máquinas, necesité una sonda las 24 horas del día durante un mes y no podía hacer pis por mi cuenta. Mi cuerpo existía, pero no funcionaba sin las máquinas”, explicó.
Tras una larga recuperación, Priscila recuperó el control de su cuerpo, pero el camino no fue fácil. La influencer se enfrentó incluso a una relación tóxica que le devolvió los detonantes de su trastorno alimenticio. “Me decía que mi cuerpo tenía que ser delgado, que no podía engordar. Todos los comportamientos del trastorno volvieron”, reveló sobre la complicada etapa.
El punto de inflexión llegó cuando Priscila decidió cambiar su relación con la comida. “Al día siguiente, me levanté pensando: ‘Hoy voy a comer’. Fue un cambio que se produjo de la noche a la mañana”, explicó. Crear contenidos sobre comida en las redes sociales, y sobre todo interactuar con sus seguidores, se convirtió en una parte fundamental de su recuperación. “Hoy, cuando veo que tengo más de un millón de seguidores solo en Instagram, me siento inmensamente agradecida por la gente que me sigue y me anima. Es gratificante ver su interés por mi vida. Perdí casi toda la vergüenza cuando empecé a grabar. No sé cómo explicarlo, pero fue una sorpresa para mí. Trabajar con Internet y desarrollar esta habilidad fue algo inesperado, pero increíble”, agregó.
Hoy en día, Priscila tiene una relación más equilibrada con su cuerpo y la comida. “Mi relación con la comida y el peso es mucho más sana ahora, porque hice mucho asesoramiento, que me ayudó a perder el miedo a la comida y a ver mi peso no sólo como un número, sino como un templo sagrado. Puedo ver claramente cuál es el camino correcto y cuál el equivocado”, concluyó.