La región rusa de Smolensk se convirtió en el epicentro de un histórico ataque con vehículos aéreos no tripulados en la madrugada del martes, según testimonios de residentes locales en redes sociales. Este asalto marca un punto de inflexión al constituir la incursión más significativa mediante drones en la zona desde el estallido del conflicto.
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Fuentes no oficiales señalan que la operación apuntó a objetivos estratégicos: una planta aeronáutica en el distrito de Zadneprovsky y las instalaciones petroleras de Yartsevo. La planta aeronáutica, objeto de sanciones internacionales por múltiples potencias occidentales, es conocida por la fabricación de aeronaves Su-25 y misiles estratégicos empleados contra territorio ucraniano.
El impacto del ataque se materializó en una serie de incendios que afectaron tanto zonas residenciales como un complejo industrial próximo a la fábrica de aviación. Vasily Anokhin, gobernador regional, confirmó la interceptación de 17 drones y reportó daños materiales en infraestructuras civiles, aunque sin lamentar víctimas. Sin embargo, en un intento por controlar la narrativa, advirtió sobre la circulación de información potencialmente engañosa en el marco de la «guerra informativa».
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La ofensiva no se limitó a Smolensk: durante la noche del 21 de enero, la actividad de drones y las respuestas antiaéreas se extendieron por un amplio arco territorial que incluye las regiones de Rostov, Voronezh, Saratov, Belgorod y Bryansk, provocando la interrupción temporal de operaciones en los aeropuertos de Kazan y Ulyanovsk.
Según el balance oficial del Ministerio de Defensa ruso, sus sistemas defensivos lograron neutralizar 68 drones ucranianos sobre diversas regiones del país, en lo que representa uno de los ataques más ambiciosos de Kiev sobre territorio ruso hasta la fecha.