Un alto representante de Hamás afirmó este martes que la única manera de garantizar la liberación de los rehenes israelíes en Gaza es respetar el frágil cese al fuego. Además, rechazó el «discurso amenazante» del presidente de EE.UU., Donald Trump, quien advirtió que «desataría el infierno» si no se concretaba la liberación.

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Desde el 19 de enero, Hamás ha liberado rehenes de manera escalonada, pero recientemente detuvo el proceso, acusando a Israel de incumplir los términos del acuerdo al continuar con los ataques en la Franja de Gaza.

Trump, un firme aliado de Israel, exigió el lunes que Hamás libere a todos los rehenes antes del mediodía del sábado. En caso contrario, dijo que presionaría para anular el cese al fuego vigente entre las partes.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aseguró que su país sigue comprometido en recuperar a todos los rehenes.

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«No cesaremos en nuestros esfuerzos hasta traer de vuelta a cada uno de nuestros rehenes, tanto a los vivos como a los fallecidos», afirmó en un mensaje de condolencias por la muerte de Shlomo Mansour, cuyo fallecimiento en el ataque del 7 de octubre de 2023 fue confirmado por el ejército israelí.

La postura de Trump ha provocado indignación en los líderes palestinos y árabes, ya que sugiere una ruptura con décadas de política estadounidense que favorecía la solución de dos Estados. Mientras Gaza enfrenta una crisis humanitaria extrema con escasez de alimentos, agua y refugio, Trump ha propuesto que Estados Unidos tome el control del enclave y desplace a sus más de 2 millones de habitantes para convertir la zona en la «Riviera de Medio Oriente».

«Trump debe recordar que hay un acuerdo vigente y que ambas partes deben cumplirlo. Es la única forma de asegurar el retorno de los prisioneros israelíes. Las amenazas solo empeoran la situación«, declaró a Reuters Sami Abu Zuhri, portavoz de Hamás.

Este martes, Trump se reunió con el rey Abdalá de Jordania en lo que se prevé como un encuentro tenso. Su reciente propuesta para reconstruir Gaza y su amenaza de retirar ayuda a Jordania si el país no acepta reasentar a los palestinos han generado una fuerte reacción internacional.

El desplazamiento forzado de una población en territorio ocupado constituye un crimen de guerra, según las Convenciones de Ginebra de 1949.

Los palestinos temen que se repita la Nakba, la «catástrofe» de 1948, cuando cientos de miles de palestinos fueron desplazados tras la creación de Israel. Sin embargo, Israel rechaza la acusación de que fueron forzados a irse.

«Es hora de dar un ultimátum a Hamás. Cortemos la electricidad, el agua y la ayuda humanitaria. Hagamos que arda el infierno», afirmó el ministro de Finanzas de Israel, Bezalel Smotrich, en un evento del Instituto de Estrategia y Política Ultraortodoxa