El drama de Netflix Adolescencia, creado por Jack Thorne y Stephen Graham, ha generado un intenso debate público, desde el Parlamento Británico hasta las conversaciones en hogares y escuelas. La historia de un niño de 13 años acusado de apuñalar a una compañera ha llevado a una reflexión urgente sobre las influencias que pueden llevar a la violencia en los adolescentes.
++ El ADN tumba la versión de la pareja adoptiva y confirma la edad real de Natalia Grace
Thorne ha recibido numerosas reacciones tras el estreno. Padres, profesores e incluso el director de la escuela de su hijo han expresado su preocupación por los temas abordados en la serie. “Las conversaciones están surgiendo en todas partes”, comenta el guionista.
Una crisis en las escuelas
El impacto de la serie ha impulsado a Thorne a pedir acciones radicales del gobierno. Entre las principales preocupaciones está la influencia de las redes sociales y la cultura incel, que inculca el resentimiento hacia las mujeres en jóvenes aislados. Sin embargo, la serie no se limita a señalar culpables; explora cómo factores familiares, escolares y sociales moldean la mentalidad del protagonista.
Jamie, interpretado por Owen Cooper, es víctima de acoso en internet, lo que afecta su autoestima. Su vulnerabilidad lo hace susceptible a discursos extremistas que lo llevan a justificar la violencia como una forma de recuperar el control. Thorne, al investigar para la serie, descubrió que estos mensajes no solo provienen de figuras polémicas como Andrew Tate, sino también de foros, blogs y contenido disfrazado de entretenimiento.
¿Qué soluciones hay?
La preocupación por la influencia de las redes sociales en los jóvenes ha llegado al ámbito político. El Primer Ministro británico, Sir Keir Starmer, reconoció la serie como una representación realista de una crisis en las escuelas. Thorne insiste en que se deben tomar medidas urgentes, incluyendo la prohibición de smartphones en colegios y una regulación más estricta del acceso digital, como la aplicada en Australia para menores de 16 años.
Sin embargo, la idea de restringir las redes sociales divide opiniones. Mientras algunos jóvenes consideran que es necesario, otros creen que sería injusto. Para Thorne, la cuestión es personal: su hijo de ocho años pronto querrá un teléfono, y él aún busca la mejor manera de gestionar su relación con la tecnología.
La serie ha puesto sobre la mesa preguntas difíciles: ¿cómo evitar que los adolescentes caigan en comunidades peligrosas en internet? ¿Cómo equilibrar el acceso a la tecnología sin exponerlos a influencias dañinas? El debate está en marcha, y la urgencia de respuestas es cada vez mayor.