El panorama económico global se tensó después de que el expresidente Donald Trump anunciara medidas proteccionistas que sacudieron los mercados internacionales. Sus declaraciones sobre nuevos aranceles provocaron una reacción en cadena entre las principales potencias comerciales.

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Canadá y China no tardaron en responder a la ofensiva comercial estadounidense. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, diseñó una estrategia de contención económica imponiendo gravámenes significativos a los productos estadounidenses, mientras que China amenazaba con restringir transacciones y elevar aranceles a productos agrícolas norteamericanos.

La escalada de tensiones comerciales reveló la complejidad de las relaciones internacionales. Trudeau advirtió que los aranceles canadienses permanecerían vigentes hasta que Estados Unidos retire sus medidas, dejando claro que está dispuesto a sostener una batalla económica prolongada.

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El gigante asiático, por su parte, mostró su músculo económico. China anunció aranceles adicionales del 15% sobre importaciones agrícolas estratégicas, incluyendo productos como pollo, cerdo y soja. El Ministerio de Comercio chino expresó su profunda insatisfacción con las políticas comerciales estadounidenses.

Las acciones de represalia no son nuevas. Ya en febrero, China había implementado gravámenes sobre productos energéticos y agrícolas estadounidenses. Trump, por su parte, había firmado un memorando para limitar las inversiones chinas en territorio norteamericano, escalando así la confrontación económica.