Desde el 1 de enero de 2024, ha entrado en vigor en España una normativa que afecta directamente a quienes crían gallinas para el consumo doméstico. Aunque muchos piensan que pueden usar libremente los huevos de sus propias aves, la ley establece restricciones claras que, de no cumplirse, pueden acarrear sanciones económicas importantes.
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Lo que dice la normativa
El Real Decreto sobre la ordenación de granjas avícolas obliga a registrar todas las explotaciones, incluidas las de autoconsumo. Según su artículo 16.5, los propietarios deben comunicar la existencia de sus gallinas para su inclusión en el Registro General de Explotaciones Ganaderas.
Aunque la norma se aprobó en 2021, su aplicación se ha vuelto obligatoria en 2024. Además, todas las explotaciones, incluso las más pequeñas, deben contar con un veterinario de referencia para garantizar el bienestar de los animales y el cumplimiento de los estándares sanitarios.
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¿Cómo hacer el registro?
Las explotaciones deben cumplir una serie de requisitos para ser autorizadas, aunque las de autoconsumo tienen ciertas excepciones. No obstante, todas deben someterse a la supervisión correspondiente para evitar posibles sanciones.
Multas y penalizaciones
No inscribir una explotación avícola se considera una infracción leve, con sanciones que van desde los 600 hasta los 3.000 euros. Sin embargo, si se detectan incumplimientos graves, como la falta de condiciones sanitarias adecuadas, las multas pueden ascender hasta 1.200.000 euros.
En algunos casos, si se demuestra que no hubo mala intención y el propietario no ha sido sancionado en los últimos dos años, podría recibir solo una advertencia en lugar de una multa.
Para evitar problemas legales y sanciones económicas, es fundamental que quienes tengan gallinas cumplan con la normativa vigente y se aseguren de que su explotación esté debidamente registrada.